ISSN electrónico: 1585-5210
DOI: https://doi.org/10.14201/rmc.27922

REFRANES QUE MATAN: HACIA LA CONCIENCIACIÓN SOCIAL DESDE EL AULA

Raising social awareness in the classroom: Spanish proverbs that kill

María Luisa ORTEGA HERNÁNDEZ1

Department of Modern Languages. DePaul University, Chicago (United States).

Autor para la correspondencia: María Luisa Ortega Hernández.

Correo electrónico: mlortega@depaul.edu

Recibido: 22 de julio de 2021
Aceptado: 21 de agosto de 2021

Resumen

Este trabajo surge de mi ponencia en el Congreso Anual de la Asociación de Lenguas Modernas de los Estados Unidos (MLA) el 9 de enero del 2019, en Chicago, Illinois. Aborda la función didáctica de dichos y refranes como auténticas cápsulas culturales en el contexto del español médico, campo de primera necesidad en los Estados Unidos. El papel protagonístico de la lengua en la cultura (y viceversa) —condensado en máximas que hacen eco de una conciencia colectiva—, a menudo transmite altas dosis de machismo que, abierta o solapadamente, alimenta el engranaje institucionalizado de la violencia contra la mujer y contra el colectivo LGTBIQ+. Por ello, este breve recorrido por tonos disonantes nos hablará de creencias culturales opresivas que aún repercuten en la salud y en el bienestar de la mujer y de otras personas también históricamente vulneradas. El objetivo de esta experiencia de aprendizaje (mía y nuestra) es que la voz que escuchemos nos llame a examinar junto con nuestro alumnado ideas heredadas que —lejos de dar vida y esperanza— enferman y matan. Así posibilitaremos el cambio individual y social en pro de la salud y de los derechos humanos.

Palabras clave: Español médico; hispanohablantes; dichos y refranes; mujer; LGTBIQ+; violencia de género.

Abstract

Part of this work was presented by the author on January 9, 2019, at the MLA (Modern Language Association) Annual Convention in Chicago, Illinois. It addresses the didactic role of Spanish sayings and proverbs as authentic cultural capsules in the context of medical Spanish, a necessary field in the United States. The leading role of language in culture (and vice versa), synthesized within maxims echoing a collective consciousness, frequently conveys high levels of sexism. It is male chauvinism that, openly or covertly, feeds the institutionalized mechanism of violence against women and against the LGBTQIA+ community. Thus, this short journey through dissonant tones will talk to us about oppressive cultural beliefs that still impact women’s health and the health of others whose rights have also been historically violated. The objective of this learning experience (mine and yours) is that the voice that we hear will call us and our students to examine inherited ideas so remote from life and hope, that they sicken and kill. In so doing, we will be empowering individual and social change towards improved health and the defense of human rights.

Keywords: Medical Spanish; Spanish speakers; women; Latinas; LGBTQIA+; gender-based violence.

En contexto

Mi infancia se alimentó de canciones, versos y refranes que mi madre recitaba y nos cantaba a diario. Quizá en parte por vivir entonces en tierras americanas y preservar el frágil patrimonio de la lengua que se llevó, que se llevó a través del Atlántico, quedó en mí la huella de la oralidad, esa voz familiar que hilvanaba historias lejanas con la que iba tejiendo nuestro presente.

Con el paso de los años, mi amor por la palabra se ha centrado en mí como constante vital y referente pedagógico. En todas mis clases incorporo versos, dichos y refranes que transmiten conceptos —bien culturales, bien universales— cuya rima y concisión facilitan el aprendizaje y muestran los diversos paisajes del espíritu humano: «Haz el bien y no mires a quién»; «[…] ¿Y tú me lo preguntas? / Poesía… eres tú» (Rima XXI, Gustavo Adolfo Bécquer); «Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!» («Los heraldos negros», César Vallejo); «Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, / que, aunque no hubiera cielo, yo te amara, / […] («No me mueve, mi Dios, para quererte», atribuido a santa Teresa de Jesús).

No obstante, «el amor» que nos mueve en nuestra vocación y en nuestra vida «no ha de ser ciego» ni sordo ante la voz de esa palabra que heredamos y que constituye —como ha dicho Borges— una manera de sentir el universo1. Cabe entonces preguntarnos: ¿Cómo sentimos ahora el universo en español? Para acercarnos a una respuesta bien fundada, propongo que recordemos algunos dichos y refranes que nos hayan formado y que, además, escuchemos con atención aquellos que se digan hoy en nuestro entorno.

Y es que los refranes son cápsulas culturales y, como tales, clave hermenéutica hacia costumbres, tradiciones, creencias y modos de vida definitorios de un grupo social. Tomo aquí la expresión «cápsula cultural» de su uso en México para referirse a una dosis breve pero concentrada de cultura que suele darse por entregas televisivas o por otros medios de comunicación. Asimismo, es pertinente señalar que el término «Culture Capsule» fue acuñado en 1961 por H. Darrel Taylor y John L. Sorensen dentro de la enseñanza de la lengua extranjera por vía comparativa entre elementos culturales de la lengua nativa y de la lengua de aprendizaje. Bien se vean como esas ventanas culturales autóctonas hacia la lengua meta o bien como ejercicios de contraste cultural preparados por la docente entre la lengua dominante y aquella en la que se esté formando el alumnado, lo cierto es que los refranes, que viven «de boca en boca», nos transportan a una mentalidad que ha quedado plasmada en pinceladas filosóficas y cuya función moralizadora parece trascender tiempo y espacio.

Refranes para aprender y refranes para temer

En su reseña editorial, que nos ha dejado «con la miel en los labios», Elena Guardiola y Josep-Eladi Baños examinan una serie de refranes relacionados con el libro, resaltando, desde el propio título, «lo que los refranes nos enseñan» y señalando su beneficio como «patrimonio cultural del pueblo llano» (225)2. Los autores hacen eco de la sabiduría de muchas de las paremias recopiladas (que no de todas, muy acertadamente) y corroboran ese carácter universal que las distingue. El presente trabajo hará primero una breve reflexión sobre algunos refranes que aúnan a gran parte de la comunidad hispanohablante en sus valores identitarios de fe y esperanza. Sin embargo —y muy a mi pesar—, mi enfoque principal no será la vida, sino la opresión que predican otros refranes, dimensión que expongo hoy como toma de conciencia necesaria para que, con los ojos más abiertos, nos vayamos sanando de la toxicidad de esa vertiente que nos enferma. «Abre el ojo y te ahorrarás enojos». Aunque no se pueden evitar todos los enojos de la vida, por lo menos pongamos nuestro «granito de arena» para sí ver —y enseñar a ver— esos mensajes que, por conformar parte de nuestra fibra sociocultural, pasan casi desapercibidos a pesar de tener «las letras muy gordas».

Partiendo de Lázaro Carreter (1980), Germán Conde Tarrío ha ahondado sobre el «didactismo coercitivo» y la «intoxicación ideológica» (66-67), característicos de «la función represiva del refranero»3. A guisa de (mal) chiste, la rima, el uso del entorno laboral o familiar y la repetición milenaria —desde el púlpito hasta la sobremesa— enmascaran la violencia de expresiones denigrantes frente a los colectivos subyugados. Por ello, quizá uno de los mayores peligros de esta realidad sea la falta de conciencia de parte de los propios grupos que conforman el blanco de dichos y locuciones hirientes. Esto ya está cambiando entre las generaciones más jóvenes, pero recuerdo yo de niña haber visto en casa de una amiga un azulejo muy bien pintado con la ilustración y las letras del refrán «La mujer y la sartén, en la cocina están bien». Las raíces de la opresión y del maltrato son tan profundas y, como veremos, siguen su largo curso subterráneo de frecuentes brotes sangrientos, que se justificaría aquí hablar de «trauma histórico» por «heridas del alma»4.

Espiritualidad y esperanza

Antes de adentrarnos en esas heridas, descansemos un poco el alma en este apartado. «Descansa el corazón contando su pasión».

Retomemos mi pregunta inicial y preguntémonos: ¿cómo sentimos ahora el universo en español? Al reflexionar sobre el carácter colectivo que confieren dichos y proverbios a nuestra diversísima gente —ese «ser quienes somos» que nos aúna, anima e identifica—, a la no tan antigua usanza de un crismón en página, empiezo aquí por la dimensión espiritual de muchos dichos, que en mis cursos de español médico abordamos de lleno en el capítulo dedicado a la salud mental, funciones cognitivas y espiritualidad (214-38)5. De hecho, el papel clave de estas expresiones relacionadas con la fe y la esperanza es tal que las llamaría yo «jaculatorias familiares» ya que nos convocan a la comunión con nuestros antepasados y nos fortalecen con el espíritu de sus mismas palabras, aquellas que escuchamos quizá cuando éramos niñas, quizá al otro lado del Atlántico: «En el camino, se arregla la carga»; «No hay mal que por bien no venga»; «Al mal tiempo, buena cara». A estas se suman, por supuesto, las propias oraciones versificadas —o sea, plegarias— a lo largo del día, vigentísimas en muchos lugares de habla hispana: (al bendecir la mesa): «El Niño Jesús, que nació en Belén, bendiga la mesa y bendiga el mantel, y lo que comamos, que nos siente bien»; (ante un peligro:) «Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbranos de todo mal», popularizada por Marc Anthony (Aguanilé 2007); (al acostarnos:) «Cuatro angelitos tiene mi cama, cuatro angelitos velan por mí […]», y, un ejemplo más, la «Bendición, [abuela, tío, profe (que me la han pedido a mí)], bendición»: —«Que Dios te bendiga»—, despedida familiar por excelencia en Puerto Rico.

Vamos, pues, «por buen camino» ya que, para atender eficazmente a sus pacientes hispanohablantes con dominio limitado del inglés, las/los profesionales sanitarias/os de los Estados Unidos deben aprender a reconocer «los diversos modos de vivir y actuar, los mitos y tradiciones» (31)6 que constituyen el trasfondo cultural que palpita en sus hablantes y en quienes imprime fuertes rasgos de su conciencia individual y colectiva: no solamente su fe —«Estar con el Jesús en la boca»; «Si Dios quiere»; «¡Ay, bendito!»; «¡Ave María!»—, sino también su sentido de lucha diaria (21)7 —«Se hace lo que se puede»; «Aquí, en la luchita»; «A Dios rogando y con el mazo dando»— y, en el caso principal que me ocupa aquí, la carga oprimente del machismo —«Si sabe cocinar, ya se puede casar»; «Quien bien te quiere, te hará llorar».

Antes de escuchar algunas de esas frases de desesperanza, deshumanización y violencia —parte de la «función tiránica» del refranero (Lázaro Carreter en Germán Conde Tarrío 71)3—, hagamos un alto para repasar brevemente enfoques pedagógicos y libros de texto que incorporan dichos y refranes en la enseñanza del español médico.

Recursos didácticos

Son muchos los trabajos que han documentado la validez de los refranes en las clases de español como lengua extranjera. Valgan estas dos referencias como ejemplos8,9. Asimismo, dentro del idioma nativo, los dichos y paremias son un recurso efectivo para profundizar en la propia lengua y su cultura. Yo recuerdo de niña varias actividades en mis clases de lengua española: ilustración de refranes, entrevistas con las personas mayores de la familia, variantes regionales, modernización de refranes antiguos, etc.

En cuanto al español en el ámbito sanitario como parte del Español para Fines Específicos, aunque el amplio registro de máximas y proverbios en español le permite a la docente incorporarlos en sus clases con bastante facilidad, algunos libros de texto reconocen su valor y los incluyen expresamente o acompañados de viñetas clínicas, entre ellos, Español médico y sociedad, de Alicia Giralt (2012), y Spanish and the medical interview, de Pilar Ortega, M. D. (2006, 2016). Puesto que en mis cursos de español médico se matriculan tanto estudiantes de herencia y nativas/os como estudiantes ELE (nivel B1 en adelante) —bien en el campo de las ciencias de la salud o bien interesadas/os en traducción e interpretación—, el intercambio de ideas que suscitan estas locuciones populares entre la diversidad de las lenguas y culturas del aula resulta un proceso enriquecedor. De hecho, en un entorno plurilingüe, el docente debe mostrarse receptivo a crear espacios que permitan una comunicación incluyente que valore el translenguar10,11. De esa forma, ya desde la clase se aprenderá a emular una de las funciones principales de la entrevista médica: escuchar y fomentar la narración más completa del problema médico desde la realidad lingüística en la que mejor se exprese la/el paciente.

En el aula aprendemos que hay que «Curarse en salud», que debemos ser cautelosos si decidimos consultar los pareceres de varios facultativos ya que «Un médico da la cura; dos, la duda; tres, la muerte segura»; que «Mal de muchos, consuelo de tontos»; que «A lo hecho, pecho»; y, por supuesto, que no importa cuán lejos queden ahora esos recuerdos de la infancia, ya sean «de un patio de Sevilla» («Retrato», Antonio Machado) o del patio de una casa que siempre «es particular» porque «cuando llueve se moja, como los demás», toda medicina potencia su efecto cuando alguien que nos ama nos da consuelo y esperanza con esas palabras que, como misterioso ensalmo fabulado o rítmica plegaria popular, invocan la sanación: «Sana, sana, colita de rana; si no sanas hoy, sanarás mañana».

La sumisión

¿Cómo sanar entonces cuando la persona vive sumisa, sin libertad para ser y para estar? (Foto 1). Para profundizar en el arraigo que tienen los refranes en la salud mental, emocional y física, me centraré aquí en el capítulo de los antecedentes sociales y sexuales de la/del paciente, donde empezamos con el refrán: «Matrimonio y mortaja, del cielo bajan», excelente tema de debate en las clases. Ante el carácter providencial que tradicionalmente tiene la vida en la cultura hispana —«Que sea lo que Dios quiera»; «Mañana, Dios dirá»; «Todo pasa porque conviene»—, debemos reparar en todo un corpus de dichos populares —«[l]a función represiva del refranero»3—, dichos que siguen perpetuando la desigualdad, la marginación y la violencia, tanto la violencia hacia la mujer como la violencia hacia las personas que no se identifican según los patrones «naturales» y «normales» instituidos por la heterosexualidad (Adrienne Rich 1983; en Tolman 2002: 16-17, mi traducción)12.

Foto 1. [¡]Lo que puede un sastre! Capricho n.° 52 (1796-97). Francisco de Goya y Lucientes. Museo del Grabado de Goya, Fuendetodos, Zaragoza. https://fundaciongoyaenaragon.es/obra/lo-que-puede-un-sastre/922

El modelo de la mujer sumisa, enarbolado como compendio de virtudes cristianas y propagado por la Iglesia católica a través de liturgias, sermones, devociones y una rica iconografía, echa raíces en el canon literario español con La perfecta casada de fray Luis de León (1583)13. Si bien el autor recuerda la dignidad de la mujer como compañera del hombre y no su esclava —sentencia que, de por sí, confirma la práctica establecida14—, cualificándola como «ayudadora del marido», «fin para [el] que [Dios] la cr[e]ó», Fray Luis reitera que «como él [el hombre] está obligado a llevar las pesadumbres de fuera, así ella le debe sufrir y solazar cuando viene a su casa, sin que ninguna excusa la desobligue», añadiendo como base teológica las palabras de san Basilio en su analogía del comportamiento de la víbora al aparearse con la lamprea marina:

Obedece la lamprea, y júntase con la ponzoñosa fiera sin miedo. —¿Qué digo en esto? ¿Qué? —Que por más áspero y de más fieras condiciones que el marido sea, es necesario que la mujer le soporte y que no consienta por ninguna ocasión que se divida la paz. —¡Oh, que es un verdugo! —Pero es tu marido. […] —Pero miembro tuyo ya, y miembro el más principal.

Es decir, la mujer ha de «aguantar carros y carretas» porque —concluye Fray Luis— es «justicia y deuda que la mujer al marido debe» (Cap. III, pp. 20-21). Claro que hay que contextualizar las palabras: las de san Basilio, del siglo IV, vigentísimas en las de Fray Luis, del siglo XVI.

No obstante, si avanzamos hasta el s. XX, escucharemos también de Karl Vossler (1872-1949): «Por mucho que haya cambiado entretanto la posición social de la mujer y por mucha que sea hoy su libertad, este consejero [La perfecta casada] no ha perdido tampoco nada de su cordialidad, […] de su gracia y verosimilitud» (66)15. A las palabras del hispanista alemán añade las suyas el catedrático, sacerdote y académico mexicano Joaquín Antonio Peñalosa (1922-1999) a las puertas del s. XXI: «hoy pasan de quinientas las ediciones de este imprescindible breviario de la vida doméstica de la mujer honesta. A lo largo de casi cuatro siglos, no deja de leerse este juguete delicioso y popularísimo que todavía hoy, como aseguraba Marañón [1927], ‘casi todas las novias españolas reciben, entre los regalos nupciales’» (XVII-XVIII)13.

Quizá nos quedaríamos un poco más tranquilas si concluyéramos que se trata de criterios machistas que han quedado dormidos en el tiempo. Lamentablemente, el asunto no queda zanjado ahí, sino que despierta ahora revivido y también amparado por la Iglesia. Así fue como, mientras buscaba yo datos sobre la mujer sumisa tanto para este trabajo como para mi proyecto de investigación en curso sobre la mujer y la culpabilidad por el sexo (StudySexLatinas), di con la obra de la periodista italiana Costanza Miriano, que en 2011 publicaba una ratificación de las sentencias bíblicas dirigiéndose a sus amigas: «Sólo hay una manera de limar las aristas. Tendrás que aprender a ser sumisa, como dice San Pablo. O sea, a ponerte debajo, […] adaptándote, aceptando, dejando pasar las cosas, […] tendrás que hacer un acto extremo de humildad y confianza, y dejar hacer a tu marido» (35)16.

En pleno siglo XXI, una mujer publica con orgullo su sumisión haciendo eco de la misma voz de la Iglesia que predicara Fray Luis. «La perfecta casada» —único estado lícito de relación íntima (sexual) con un hombre, y sólo con un hombre— es la mujer que «[s]e levanta cuando aún es de noche / para dar de comer a su familia / y organizar a sus criadas» (Proverbios 31.15), donde —añado yo— pocas veces hay criadas que organizar ya que a ella misma se le ha impuesto ese papel: «La mujer y la pera, la que se calla es buena»; «La mujer y la gallina, hasta la casa de la vecina»; «Ahí te entrego esa mujer; trátala como mula de alquiler». Y es que, para bien o para mal, «las costumbres se hacen leyes» y aunque de lejos —o de no tan lejos— veamos sus raíces empozadas en una miasma de iniquidades —«Mujer y rocino, tómalos del vecino»; «Al molino y la mujer, andar sobre él»—, hay costumbres tan arraigadas que resisten a la razón y a la justicia porque «Lo que en la leche se mama, en la mortaja se derrama».

Para quienes crean que exagero y que «del dicho al hecho, hay mucho trecho», trivializando la normalización de la violencia durante siglos de malos tratos alentados por refranes machistas que han llegado a horadar la conciencia del agresor y a silenciar la voz de la víctima —«A la moza y a la parra, alzallas la falda»; «La mula y la mujer, a palos se han de vencer»; «Calladita estás más guapa» (Foto 2); «El ‘no’ de una mujer significa ‘ruégame un poco más’»—, no tenemos más que hacer un recorrido «a vuelo de pájaro» por la actualidad. En julio del 2018, la Agencia EFE informaba que «El 65 % de los jóvenes de América Latina piensa que cuando una mujer dice ‘no’ a una insinuación sexual en realidad quiere decir ‘sí’»17. Aunque no leamos «de cabo a rabo» las 102 páginas del informe tras la noticia, en nuestras clases sí debemos hacer conciencia de lo que expone el prólogo:

América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo, y la violencia machista es la expresión más extrema de la desigualdad entre mujeres y hombres. También es la región más violenta del mundo y, además, la más violenta con las mujeres. […] entre los veinticinco países del mundo con mayores tasas de […] feminicidio, catorce están en América Latina y el Caribe (6)18.

Foto 2. Sin título. Andrea C. Yegüez, M. D. (Universidad de Pensilvania, 2021). Acrílico sobre lienzo, 2020 (Filadelfia), en «Calladita te ves más bonita». Appendx: Transformation [Internet] Spring 2021:66-69. https://www.apenndx.com/spring-2021-transformation/

Y si antes no podíamos imaginarnos el alcance de este espanto, hoy abrimos los ojos y nos consterna ver que, desde hace tanto, «llueve sobre mojado» y que ahora sí «ha llegado la sangre al río». A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara en 1996 que la violencia contra las mujeres ya se había establecido como un problema de salud pública, su prevalencia en algunos países «pica y se extiende» (Foto 3). Los titulares de El País del 2018 constatan el horror: «En Latinoamérica mueren asesinadas más de nueve mujeres al día víctimas de la violencia machista […] es la zona más violenta del mundo para ellas fuera de un contexto de guerra, según la ONU»19.

Foto 3. Amanecer enojado (Coraje). Filemón Santiago (1992). México. http://www.arteactualmexicano.com/

Por su parte, dada la gravedad del problema que representa la violencia machista en España —como observó en protesta el mundo cuando en julio del 2016 estalló en las redes sociales el caso de la violación múltiple de una joven en Pamplona por un grupo de cinco hombres llamados La Manada y la ausencia de justicia durante el proceso penal—, a partir del 2004, Madrid ya se había puesto a la tarea de estudiar la violencia de pareja hacia las mujeres mediante encuestas quinquenales para hacer frente a la situación, empezando por difundir la realidad del problema, llamando «al pan, pan; y al vino, vino» y que no sigamos «en medias tintas» ni en silencios conspiradores porque, como bien sabemos, «quien calla, otorga».

El estudio ofrece como «recomendaciones finales» la concienciación de la violencia — campaña en la que ahora participamos ustedes y yo y que después haremos extensiva a nuestro alumnado— y el llamado a intervenciones entre los grupos más vulnerables: «mujeres jóvenes, extranjeras, que viven en zonas rurales y que tienen bajo nivel educativo, no solo porque […] presentan las prevalencias de violencia más altas sino porque […] son los grupos en los que la prevalencia no ha disminuido» (88)20.

Aunque «el tiempo apremia» para no perder la atención de mis lectoras/es, no quiero que «se me quede en el tintero» el reconocer la gravedad de la otra vertiente de desigualdad y violencia resultante del sistema social patriarcal a la que aludí al principio. A mí «me llega al alma», no sólo porque «llevo el corazón a flor de piel», sino porque constituye, «a todas luces» otra violación de los derechos humanos dentro del machismo: la marginación y la agresión hacia las personas que no se ajustan al «‘deber ser’ social» dentro del «monopolio masculino [que], desde la perspectiva antropológica (Valle 1993; Stolcke 1992), se le ha denominado ‘complejo de supremacía masculina’» (56)6.

Esto también lo aclara el marco conceptual del estudio ROMPIENDO MOLDES al explicar que dentro de la violencia machista opera un sistema de control contra quienes se desvíen del orden social heterosexual (45)18. Por ello abundan los dichos hirientes y malsonantes que «sacan a relucir» las miserias que pudren el corazón humano, como —con perdón—: «Mejor puta que pata»; «Mejor ladrón que maricón», cuya progresión de desprecio y deshumanización en la siguiente versión «clama al cielo»: «Mejor muerto que maricón», o su variante: «Prefiero mi hijo muerto que maricón o ladrón» (1283)21. «Que Dios nos coja confesados» porque abrimos un poco los ojos y vemos escenas que podrían evocar los Estragos de la guerra de Goya (Foto 4) y la desolación que siguen dejando tantos Zapatos Rojos22: la lesbofobia en el caso de Dolores Vázquez-Wanninkhof (Málaga 1999), el asesinato de Gwen Araujo (California 2002), apenas dos cuentas dentro de un larguísimo rosario doloroso contra el colectivo LGTBIQ+; los asesinatos de Rocío Caíz, 17 años, y de Olivia, 6 añitos, en Andalucía; y el asesinato de Samuel, 24 años, en A Coruña, cada cual más monstruoso, en las noticias de actualidad durante la preparación final de este artículo (junio-julio 2021).

Foto 4. Estragos de la guerra. Desastres de la guerra, n.° 30 (Ca. 1810-1812). Francisco de Goya y Lucientes. Museo del Grabado de Goya, Fuendetodos, Zaragoza. https://fundaciongoyaenaragon.es/obra/estragos-de-la-guerra/771

Lo dicho: «heridas del alma», «trauma histórico»4. Debemos hacer lo posible por sensibilizarnos hasta que se nos caigan las escamas de los ojos (Hechos 9.18) y, como la protagonista de la película de Michael Apted (2002), por fin digamos «Nunca más».

«Los niños [y las niñas] aprenden lo que viven» (Foto 5), reflexiona Dorothy Law Nolte (1954). Desde sus lejanas raíces, las palabras que convocamos hoy nos hablan de la intolerancia, la opresión y la violencia, lacra sedimentada en la cultura hispana y de la cual miles y miles de maltratos, agresiones y manifestaciones de todo tipo de violencia —desde los insultos hasta el feminicidio y otros crímenes por el odio o contra la libertad sexual,— quedan enterrados en el silencio, ocultos día tras día «bajo la alfombra» ya que «los trapos sucios se lavan en casa».

Foto 5. Cartel social «Escucha mi voz». Yussef Alfredo Galicia (2015). Concurso internacional de cartel social. Guadalajara, Jalisco, México. https://en.escuchamivoz.org/2015
© https://www.escuchamivoz.org/

¿Cómo posibilitar, entonces, el cambio individual y social en pro de la salud y de los derechos humanos? Escuchemos las voces que nos hablan y seamos agentes de concienciación en nuestro entorno, privilegio que tenemos y mandato que debemos en nuestra vocación como docentes. Por su estilo, es fácil darse cuenta del machismo en muchos dichos y refranes. En otros casos, puede ser más difícil detectar los micromachismos que continúan vigentes en la sociedad, que —como señaló El País en el 2018 por el Día Internacional de la Mujer— «son gestos, comentarios y prejuicios que tenemos tan interiorizados que no los percibimos como machistas […] y que demuestran que nos falta mucha letra pequeña que leer»23. En efecto, ¿qué decir del siguiente segmento de preparación para la prueba de comprensión auditiva del DELE, que tomaron mis estudiantes en el 2018? [Voz de mujer:] «Pedro, el niño se ha puesto enfermo. Voy al hospital. Caliéntate la comida tú mismo, por favor. En el frigorífico hay cerveza, y el pan está en la bolsa del supermercado. Elija la opción correcta»24. A pesar de sus logros, parece que en este examen «hay mucha tela que cortar». Y es que cuando estamos dentro, a veces nos cuesta vernos y ver a las demás.

Escuchemos, entonces, las voces del pasado, las voces del presente, y hagámoslo con oído crítico. Aquellas que, lejos de dar vida, opriman al ser humano, estarán fundadas en errores —muchos de ellos teológicos (1-9)7—. En nuestro universo hispano, sentir y rechazar el yugo de estas largas raíces de marginación y agresión debe ser todo uno, aspecto central de la lucha diaria por la igualdad y los derechos humanos. Su contraparte, abrazar los valores socioculturales que infunden vida y una identidad saludable, es asimismo necesaria para evitar el odio, incluso el autodesprecio, la autodestrucción (20)25 y, por ende, el silencio que pueden surgir al abrir los ojos y ver que «Llevan cuatro días borrachos» (Mujer 3) y que «Cortaron por coronas todos los racimos de la vid» (Mujer 4, escena primera del primer acto, I, i; p. 16)26.

Y es que «La palabra no sólo dice al mundo, sino que lo funda —o lo cambia» (15)27. Que la voz de estos dichos y refranes nos mueva hoy a que nos nazca la conciencia (Rigoberta Menchú) y entre el fluir de sus nuevas palabras —las que escojamos nosotros, nosotras, nosotres para sanar al mundo— se alimente la justicia como forma de sentir nuestro universo.

«Ojalá».

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24. Prueba de comprensión auditiva. Mensaje 5, tarea 3, 23 min 7 s – 23 min 47 s. DELE: Diploma de Español como Lengua Extranjera. El cronómetro, nivel A2: Manual de preparación del DELE. Madrid: Edinumen; 2011.

25. Christian BM. Belief in dialogue: U.S. Latina writers confront their religious heritage. New York: Other Press; 2005.

26. González España P. La destrucción de Sodoma. Estreno: cuadernos del teatro español contemporáneo, otoño 2015;41(2):13-67.

27. Paz O. Cuadrivio: Darío. López Velarde. Pessoa. Cernuda. México: Joaquín Mortiz; 1980.

1Los resultados preliminares fueron presentados como una ponencia en el Congreso Anual de la Asociación de Lenguas Modernas de los Estados Unidos (MLA) el 9 de enero del 2019, en Chicago, Illinois.

María Luisa Ortega Hernández es doctora en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Pensilvania, donde fue la encargada de las entrevistas de competencia comunicativa en español para el programa de servicios de interpretación médica Penn Language Link, Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania. Es traductora jurada, certificada por la Asociación Estadounidense de Traductores/as (ATA). Es profesora de la Universidad DePaúl en el Departamento de Lenguas Modernas, donde enseña traductología y español médico, estas últimas, parte de su trayectoria docente desde el 2004.